Son
casi 700 personas que protestan desde hace 4 años frente a la sede de la
entidad binacional, esperando que les paguen la indemnización por haber perdido
sus casas con el aumento del nivel del río en 2012, para operar la represa.
Para muchos ya son como parte del paisaje. La entidad asegura que ya pagó a
quienes debía pagar y no hay mucha esperanza de que cobren. Ellos y ellas
siguen allí, algunos atados con gruesas cadenas. ¿Cuánto más aguantarán?
Por Alexis Amarilla
Son
las 11:30 de la mañana del lunes 22 de agosto. El ambiente está frío, con
apenas 12 grados en la nueva Encarnación. En el circuito comercial, como cada mañana, don
Salustiano Ramírez está listo para iniciar su doble función del día, la de ser
heladero y a la vez un incansable manifestante, quien forma parte del grupo de casi 700 personas que
están apostadas frente las oficina de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY), que
aseguran ser parte de las familias que fueron afectadas por el aumento del
nivel las aguas del rio Paraná, para operar la represa hidroeléctrica en 2010.
Para don Salu, como es conocido en su barrio Pradera Alta, la lucha social comenzó en enero del 2012, cuando decidió unirse al grupo de manifestantes y pedir la indemnización como afectado.
Asegura que trabajó durante largos años en la ex Zona Baja de la ciudad y que su domicilio estaba ubicado en el barrio Mboi Ka’e.
Con sus 58 años de edad, nunca recibió dinero alguno, pero asegura que cada mañana regresará al mismo lugar, esperando cobrar esos 4.500.000 guaraníes que asegura por derecho le corresponde.
[Vean aquí algunos testimonios en video:]
[Vean aquí algunos testimonios en video:]
Quizás
la historia de don Salustiano sea solo una de las muchas historias que se
pueden contar de los “afectados de la EBY”, quienes tienen las mismas
ilusiones, pero viven diferentes realidades.
Frente
a la oficina de la binacional están doña Carmen, Susana, Rosana, Julieta y
Juana, quienes se autodenomina las “Encadenadas por la Justicia” y pasan horas
abrazadas a la fría y herrumbrada cadena de acero que las mantiene unidas por
la causa.
Doña
Adelaida es la más anciana del grupo, con sus 79 años debe viajar casi 12
kilómetros diarios para llegar al lugar de la manifestación.
Refiere
que es encarnacena y que la subida del agua al nivel de la cota 80 causo la
pérdida de su hogar. Hoy viuda y sin hijos espera con ansias lo que ellas
llaman “mi plata”, para quizás vivir una mejor realidad, al menos por un
tiempo.
Quizás
ellos mismos no lo sepan, pero forman parte de la historia encarnacena, una
historia que muchas veces no quiere ser contada. Esa historia que los ha
convertido en las personas que mayor tiempo se han manifestado en Itapúa, durante
cuatro años en total.
La
postura de la EBY está fijada: el gran pacto social se cerró en octubre del
2014, cuando 538 personas fueron beneficiadas con el pago de 4.500.000 guaraníes, y
no piensan pagar más. El documento fue firmado por principal dirigente
social, Fabio Montiel, quien aceptó el dinero como fin de la situación social.
Pero
el conflicto nunca terminó. Hoy existen más personas, quienes esperan una misma
respuesta.
¿Entonces,
cuál es la solución?
Mientras
existen intereses particulares, no llegaría la solución. El abogado Federico
Vergara, director de acción social de la EBY, asegura que la creación de
proyectos sociales podría ser una salida viable que alcanzaría a todos. Pero
hasta el momento, ni la binacional, ni los dirigentes sociales postularon
posibles acciones que propicien un cambio.
Mientras,
los encadenados y las encadenadas de la EBY, siguen esperando…
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Alexis Amarilla
es reportero del canal encarnaceno Sur, a la vez estudiante concluyendo la
carrera de Ciencias de la Comunicación, y además actor de teatro, cada vez que
puede y sus múltiples ocupaciones le
permiten. Investigador sagaz, cuando se propone indagar acerca de un tema, es
mejor dejarle el campo libre.
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