domingo, 4 de septiembre de 2016

Cuando la vida te da una segunda oportunidad

Don Clemente,junto a su hijo Francisco, luego de 55 años de no saber nada uno del otro.

Abrumado por el peso de un drama familiar, Clemente Acuña huyó de su casa en Cambyretá, en 1961, abandonando a su esposa y a sus hijos pequeños. Vivió gran parte de su existencia atormentado por esa decisión. A los 83 años, tras admitir su arrepentimiento, unos vecinos lo ayudaron a buscar a los suyos. El autor de este reportaje, quien acompañó de cerca el reencuentro, narra cómo se dio esta conmovedora historia, que demuestra que la vida a veces nos da una nueva oportunidad para reparar errores y encontrar la felicidad.  

Por Alexis Amarilla

En el largo camino de la vida, nos suceden muchas cosas: amamos, aprendemos, sufrimos y más. También cometemos errores que nos dejan huellas imborrables, pero al reconocerlos y arrepentirnos de corazón, muy probablemente la vida nos dé otra oportunidad. Quizás la historia de Clemente Acuña sea uno de los más emotivos ejemplos. Hace 55 años, las circunstancias de la vida lo llevaron a cometer un error que cambiaría radicalmente su destino.
En la tarde del 23 de octubre de 1961, en su antiguo barrio Barrero Guasu, de la localidad de Cambyretá, Itapúa, Clemente llegaba a su humilde vivienda de paredes de madera.
En ese momento, él sufría ante una profunda crisis familiar, al que no le encontraba salida, y abrumado por la angustia solo respondía refugiándose en el alcohol, bebiendo alrededor de un litro de caña al día, según su relato.
En la mañana del 24 de octubre, Clemente no pudo más con la situación y tomó una determinación drástica: huir y abandonar a su familia.
Desapareció sin dar explicaciones a nadie, dejando atrás a su esposa, María Ayala, quien en ese momento estaba embarazada y a sus dos hijos; De las Nieves, de aproximadamente un año de edad, y Francisco, de cinco años.
Clemente, luego de dejar su casa, deambuló por muchos lugares, tratando de encontrar un sentido a su vida y llevando a cuestas la enfermedad de su adicción al alcohol.
Estuvo por Ciudad del Este, Caaguazú y otras ciudades del país. En todos esos lugares se quedaba sólo por un tiempo, realizaba algunas changas y cada vez se aproximaba más a quedarse en un estado de total indigencia.
En 1998 migró a la ciudad de Ayolas, en el departamento de Misiones, a solo unos 150 kilómetros de su “valle”. Fue el lugar en donde finalmente se quedó a vivir. Habitaba una precaria casita de madera, con apenas una habitación, un comedor, una cama y muchos rincones de profunda soledad.
Durante los 18 años que vivió en Ayolas, sus vecinos, nunca conocieron la verdadera historia de Clemente. El hombre era conocido por ser una persona callada y lograba sobrevivir gracias a la caridad de todos.

Don Clemente y parte de su familia recuperada,
La búsqueda, en la última etapa

Pasaron los años y don Clemente envejeció mucho. Al cumplir 83 años de edad, una infección en el ojo derecho lo dejo tuerto.
Sintiéndose ya en la última etapa de su vida, con la visión muy reducida, decidió sacar de adentro todo el dolor que atormentaba a su alma y se animó a contar su historia a los vecinos, confesándoles que había abandonado a su esposa y a sus hijos pequeños, algo de lo que se mostraba profundamente arrepentido.
“Mi único sueño es poder volver a reencontrarme con mis hijos”, les reconoció, entre sollozos.
Conmovidos por la historia, sus amigos y vecinos deAyolas decidieron ayudarlo y trasladarlo hasta Cambyretá, la ciudad donde había nacido y de donde había partido hace 55 años
Pero en su viejo barrio Barrero Guasu de Cambyretá, Clemente ya no encontró a nadie conocido.
El paisaje en 55 años había cambiado mucho. Ya no estaba su antigua casa, sus familiares ya no vivían allí, ni siquiera estaba la popular despensa “Che Roga”, en la que él había pasado varias madrugadas bebiendo caña, ante el peso del drama familiar.
Antes de regresar a Ayolas y con la última gota de esperanza, sus amigos decidieron llegar con don Clemente hasta el canal de televisión Sur Tv de Encarnación, donde el anciano decidió hacer públicamente un último comunicado, contando que estaba buscando a sus hijos.
Luego de publicarse la entrevista, Cayo Ruíz, uno de los amigos y vecinos de Ayolas que más acompañó a don Clemente, recibió una llamada telefónica de parte de una mujer, quien le indicó que  uno de los hijos estaría viviendo en el barrio Arroyo Pora, de Cambyreta. El dato pudo ser confirmado al día siguiente, y ahí empezó a montarse el operativo para hacer posible el reencuentro del anciano con sus hijos.

Un abrazo que esperó 55 años.
En la tarde del jueves 1 de setiembre, Francisco Ayala, el hijo mayor de don Clemente decidió viajar hasta Ayolas para encontrarse con su padre y traerlo nuevamente a su antiguo lugar, para encargarse de su cuidado y bienestar.
El anciano jamás imaginó que de estar solo, abandonado y prácticamente en la indigencia, se encontraría con la sorpresa de que tiene 3 hijos, 25 nietos y 30 bisnietos, y muy pronto también se encontraría con su hija De las Nieves, quien vive en la ciudad de Posadas Argentina.
Nos tocó acompañar parte de esta linda historia, que sorprendió a más de en uno en el barrio Barrero Guasu de Cambyretá y que conmovió a mucha gente. Es una verdadera lección de vida, que sirve de inspiración, demostrando que un gesto de verdadero arrepentimiento y de mantener viva la esperanza nos puede ayudar a cambiar y a ser más felices.

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Alexis Amarilla, reportero de Sur TV y alumno del 4° curso de Ciencia de la Comunicación, maneja con la misma destreza el periodismo escrito al igual que el audiovisual, demostrando que a veces en los pequeños detalles está la riqueza de una historia humana.  

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